Es bien sabido que tememos a lo que nos dicen los sentimientos, siempre necesitamos una segunda opinión. Tal vez tener cerca un hombro amigo en el que llorar, una sonrisa dicharachera en la que sonreír y una voz pausada con la que charlar. No se nos da bien elegir, por naturaleza intentamos acapararlo todo. No nos gusta tener una cosa y a la vez perder otra, pero lo cierto es que casi todo en la vida consiste en eso: ganar perdiendo
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